jueves, 4 de diciembre de 2014

Proyecto video cuentos

Como proyecto final del Taller de Lectura, nos propusimos realizar video-cuentos para compartir con otros las lecturas que disfrutamos en la escuela.
Así es que los alumnos de todos los cursos trabajaron en este último tiempo para ponerle voz e imagen a los microrrelatos y poesías publicados en este blog.

Compartimos, a continuación y con mucho orgullo, los videos finalizados... 

Felicitaciones a todos los alumnos y profes que trabajaron en el proyecto, 
Feliz fin de año, y nos reencontramos nuevamente en el 2015!


miércoles, 3 de diciembre de 2014

Poesía

Compartimos asimismo algunas poesías de Mario Benedetti, tomadas de su antología Inventario dos:


Hagamos un trato
Mario Benedettí
Compañera usted sabe
puede contar conmigo
no hasta dos o hasta diez
sino contar conmigo

si alguna vez advierte
que a los ojos la miro
y una veta de amor
reconoce en los míos
no alerte sus fusiles
ni piense que deliro

a pesar de esa veta
de amor desprevenido
usted sabe que puede
contar conmigo




pero hagamos un trato
nada definitivo
yo quisiera contar
con usted      es tan lindo
saber que usted existe
uno se siente vivo

quiero decir contar
hasta dos hasta cinco
no ya para que acuda
presurosa en mi auxilio

sino para saber
y así quedar tranquilo
que usted sabe que puede
contar conmigo



Maravilla
                Mario Benedetti

Vamos mengana
a usar la maravilla
esa vislumbre que no tiene dueño
afilá tu delirio / armá tu sueño
en tanto yo te espero en la otra orilla

si somos lo mejor de los peores
gastemos nuestro poco de albedrío
recuperá tu cuerpo / hacelo mío
que yo lo aceptaré de mil amores

y ya que estamos todos en capilla
y dondequiera el mundo se equivoca
aprendamos la vida boca a boca
y usemos de una vez la maravilla
     Mengana si te vas
Mario Benedetti

Mengana si te vas con el zutano
yo / tu fulano / no me mataré
simplemente los seguiré en la noche
por todos los senderos y las dunas
vos gozando tal vez y yo doliéndome
hasta que vos te duelas y yo goce
cuando las huellas a seguir no sean
dos tamañas pisadas y dos breves
sino apenas las de tus pies dulcísimos
y entonces yo aparezca a tu costado
y vos / con esa culpa que te hace
más linda todavía / te perdones
para llorar como antes en mi hombro

Más microrrelatos

Compartimos a continuación más microrrelatos y textos breves trabajados en clase...


  1. LA OVEJA NEGRA - AUGUSTO MONTERROSO

En un lejano país existió hace muchos años una Oveja negra. Fue fusilada. Un siglo después, el rebaño arrepentido le levantó una estatua ecuestre que quedó muy bien en el parque. Así, en lo sucesivo, cada vez que aparecían ovejas negras eran rápidamente pasadas por las armas para que las futuras generaciones de ovejas comunes y corrientes pudieran ejercitarse también en la escultura.
  1. UN SUEÑO - JORGE LUIS BORGES

En un desierto lugar del Irán hay una no muy alta torre de piedra, sin puerta ni ventana. En la única habitación (cuyo piso es de tierra y que tiene la forma de círculo) hay una mesa de madera y un banco. En esa celda circular, un hombre que se parece a mi escribe en caracteres que no comprendo un largo poema sobre un hombre que en otra celda circular escribe un poema sobre un hombre que en otra celda circular...El proceso no tiene fin y nadie podrá leer lo que los prisioneros escriben.
  1. EL POZO - LUIS MATEO DÍEZ

Mi hermano Alberto cayó al pozo cuando tenía cinco años. Fue una de esas tragedias familiares que sólo alivian el tiempo y la circunstancia de la familia numerosa. Veinte años después mi hermano Eloy sacaba agua un día de aquel pozo al que nadie jamás había vuelto a asomarse. En el caldero descubrió una pequeña botella con un papel en el interior. "Este es un mundo como otro cualquiera", decía el mensaje.
  1. LA MANO - RAMÓN GÓMEZ DE LA SERNA

El doctor Alejo murió asesinado. Indudablemente murió estrangulado. Nadie había entrado en la casa, indudablemente nadie, y aunque el doctor dormía con el balcón abierto, por higiene, era tan alto su piso que no era de suponer que por allí hubiese entrado el asesino. La policía no encontraba la pista de aquel crimen, y ya iba a abandonar el asunto, cuando la esposa y la criada del muerto acudieron despavoridas a la Jefatura. Saltando de lo alto de un armario había caído sobre la mesa, las había mirado, las había visto, y después había huido por la habitación, una mano solitaria y viva como una araña. Allí la habían dejado encerrada con llave en el cuarto.
Llena de terror, acudió la policía y el juez. Era su deber. Trabajo les costó cazar la mano, pero la cazaron y todos le agarraron un dedo, porque era vigorosa corno si en ella radicase junta toda la fuerza de un hombre fuerte. ¿Qué hacer con ella? ¿Qué luz iba a arrojar sobre el suceso? ¿Cómo sentenciarla? ¿De quién era aquella mano? Después de una larga pausa, al juez se le ocurrió darle la pluma para que declarase por escrito. La mano entonces escribió: «Soy la mano de Ramiro Ruiz, asesinado vilmente por el doctor en el hospital y destrozado con ensañamiento en la sala de disección. He hecho justicia».
  1. EL EMPERADOR DE CHINA - MARCO DENEVI

Cuando el emperador Wu Ti murió en su vasto lecho, en lo más profundo del palacio imperial, nadie se dio cuenta. Todos estaban demasiado ocupados en obedecer sus órdenes. El único que lo supo fue Wang Mang, el primer ministro, hombre ambicioso que aspiraba al trono. No dijo nada y ocultó el cadáver. Transcurrió un año de increíble prosperidad para el imperio. Hasta que, por fin, Wang Mang mostró al pueblo el esqueleto pelado, del difunto emperador. ¿Veis? -dijo - Durante un año un muerto se sentó en el trono. Y quien realmente gobernó fui yo. Merezco ser el emperador.
El pueblo, complacido, lo sentó en el trono y luego lo mató, para que fuese tan perfecto como su predecesor y la prosperidad del imperio continuase.
  1. CALIDAD Y CANTIDAD - ALEJANDRO JODOROWSKY

No se enamoró de ella, sino de su sombra. La iba a visitar al alba, cuando su amada era más larga
  1. AMENAZAS - WILLIAM OSPINA

-Te devoraré -dijo la pantera.
-Peor para ti -dijo la espada.
  1. (SIN TÍTULO) - GABRIEL JIMÉNEZ EMAN

Aquel hombre era invisible, pero nadie se percató de ello.
  1. Intuición femenina - José Manuel Ortiz Soto

La acarició y la besó antes de colocarla sobre la marca de los once pasos. Mujer al fin y al cabo, la pelota percibió lo falso de aquel acto y fue directa a los brazos del portero.
  1. Dimisión - Juan Pedro Aparicio

Hubo un día en que el último hombre que todavía creía dejó de creer, y Dios, decepcionado, se desvaneció en el éter y borró toda huella de Sí, como si jamás hubiera existido.
  1. El drama del desencantado - Gabriel García Márquez

“…el drama del desencantado que se arrojó a la calle desde el décimo piso, y a medida que caía iba viendo a través de las ventanas la intimidad de sus vecinos, las pequeñas tragedias domésticas, los amores furtivos, los breves instantes de felicidad, cuyas noticias no habían llegado nunca hasta la escalera común, de modo que en el instante de reventarse contra el pavimento de la calle había cambiado por completo su concepción del mundo, y había llegado a la conclusión de que aquella vida que abandonaba para siempre por la puerta falsa valía la pena de ser vivida”.
  1. Policías y ladrones

Llegó a la esquina, apretó fuerte las mandíbulas y empezó a correr.  Cruzó el puente rojo para llegar al barrio donde había pasado su infancia, giró a la derecha y se encaminó al descampado. Conocía bien el barrio, eso la tranquilizó. El ritmo de su respiración fue disminuyendo. En aquellos suburbios había jugado de pequeña a policías y ladrones. Hoy el juego era una realidad. Atravesó la calle y al llegar a la puerta de la iglesia se encontró con la estatua. Entristecida, la observó unos segundos, luego reaccionó y se coló por una rendija de la parte inferior del monumento. Esperó. Pasados veinte minutos pudo ver unas piernas a través de los barrotes.  Cogió aire. Con lágrimas en los ojos y en silencio, salió. De frente se topó con El Chanclas. Sin mirarle a los ojos le enseñó la placa y dijo: “Lo siento, me tocó ser policía”
  1. MI ESQUIZOFRENIA - Armando José Sequera

Mi esquizofrenia va de mal en peor: mi segunda personalidad dice que, como no se lleva bien con la primera, se aliará con la tercera para mitigar su soledad. La primera, entretanto, alega que, por más esfuerzos que hace, no logra congeniar con la segunda, razón por la cual formará alianza con la cuarta, habida cuenta de que si la tercera se lleva bien con la segunda, es imposible que se lleve bien con ella. Afortunadamente, me he podido mantener al margen de esta absurda disputa y no he sido involucrado en lo que, a todas luces, es una malsana maraña de incomprensiones.
  1. TABÚ - Enrique Anderson Imbert

El ángel de la guarda le susurra a Fabián, por detrás del hombro:
-¡Cuidado, Fabián! Está dispuesto que mueras en cuanto pronuncies la palabra zangolotino.
-¿Zangolotino? -pregunta Fabián azorado.
Y muere.
  1. ESCONDIDO - Yenitza Anseume

El hombre famoso, ya cansado de huir de los reporteros, decidió dejarse fotografiar en su rutina diaria. Así que se quitó el sombrero que siempre lo acompañaba y salió confiado en que lo abordarían como siempre en cada una de sus actividades. Para su sorpresa nadie lo persiguió ese día, ni durante toda la semana, ni en todo el mes. Entre tanto, el sombrero, rey de la fama, permanecía escondido colgado en el perchero.
  1. El viaje - Eduardo Galeano

Oriol Vall, que se ocupa de los recién nacidos en un hospital de Barcelona, dice que el primer gesto humano es el abrazo. Después de salir al mundo, al principio de sus días, los bebés manotean, como buscando a alguien.
Otros médicos, que se ocupan de los ya vividos, dicen que los viejos, al fin de sus días, mueren queriendo alzar los brazos.Y así es la cosa, por muchas vueltas que le demos al asunto, y por muchas palabras que le pongamos.
A eso, así de simple, se reduce todo: entre dos aleteos, sin más explicación, transcurre el viaje.
  1. El vuelo de los años - Eduardo Galeano

Cuando llega el otoño, millones y millones de mariposas inician su largo viaje hacia el sur, desde las tierras frías de la América del Norte.
Un río fluye, entonces, a lo largo del cielo: el suave oleaje, olas de alas, va dejando, a su paso, un esplendor de color naranja en las alturas. Las mariposas vuelan sobre montañas y praderas y playas y ciudades y desiertos.
Pesan poco más que el aire. Durante los cuatro mil quilómetros de travesía, unas cuantas caen volteadas por el cansancio, los vientos o las lluvias; pero las muchas que resisten aterrizan, por fin, en los bosques del centro de México. Allí descubren ese reino jamás visto, que desde lejos las llamaba.
Para volar han nacido: para volar este vuelo. Después, regresan a casa. Y allá en el norte, mueren.
Al año siguiente, cuando llega el otoño, millones y millones de mariposas inician su largo viaje…
  1. La creación - Eduardo Galeano

La mujer y el hombre soñaban que Dios los estaba soñando. Dios los soñaba mientras cantaba y agitaba sus maracas, envuelto en humo de tabaco, y se sentía feliz y también estremecido por la duda y el misterio.
Los indios makiritare saben que si dios sueña con comida, fructifica y da de comer. Si Dios sueña con la vida, nace y da nacimiento.
La mujer y el hombre soñaban que en el sueño de Dios aparecía un gran huevo brillante. Dentro del huevo, ellos cantaban y bailaban y armaban mucho alboroto, porque estaban locos de ganas de nacer. Soñaban que en el sueño de Dios la alegría era más fuerte que la duda y el misterio; y Dios, soñando creaba, y cantando decía:
Rompo este huevo y nace la mujer y nace el hombre. Y juntos vivirán y morirán. Pero nacerán nuevamente. Nacerán y volverán a morir y otra vez nacerán. Y nunca dejarán de nacer, porque la muerte es mentira.
  1. El mundo - Eduardo Galeano

Un hombre del pueblo Neguá, en la costa de Colombia, pudo subir al alto cielo.
A la vuelta, contó. Dijo que había contemplado, desde allá arriba, la vida humana. Y dijo que somos un mar de fueguitos.
El mundo es eso- reveló-. Un montón de gente, un mar de fueguitos.
Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás. No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco, que llena el aire de chispas.
Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acercan, se enciende.

Microrrelatos

En esta última etapa, hemos trabajado con un género muy particular: el microrrelato

¿Qué es?

El microrrelato es un relato de muy pocas líneas que, por la brevedad y precisión en su vocabulario, crea la intensidad suficiente para turbar al lector. Una de las características básicas del microrrelato es la utilización de unos mecanismos de construcción que contemplen romper las expectativas del lector, llevándolo a seguir buscando el sentido, y no sólo esto, sino además otorgar el sentido al completar los significados que apenas se esbozan o se insinúan apoyados en otro de los mecanismos propios de su construcción, "el doble sentido", es decir, la posibilidad de que lo dicho signifique no sólo lo literal e incluso algunas veces en absoluto lo literal, sino otra cosa que el lector debe encontrar para completar la narración, siendo de este modo lector y autor al mismo tiempo. Quizá uno de los microrrelatos mas famosos sea El dinosaurio de Augusto Monterroso: “Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba ahí.” Son solo siete palabras, pero han dado lugar a gran cantidad de disertaciones, elucubraciones y estudios. Es precisamente en esto, en lo que radica el poder del microrrelato, en la longitud que no tiene.

(Texto tomado de las Bases del Concurso de Microrrelatos  publicadas por la Biblioteca "Severo Ochoa" (Instituto Cervantes):  http://chicago.cervantes.es/imagenes/File/BIBLIOTECA/concurso_2009.pdf

Presentamos a continuación algunos microrrelatos trabajados en el marco del Taller, ¡que los disfruten!


Sueño de la mariposa
Chuang Tzu
Chuang Tzu soñó que era una mariposa. Al despertar, ignoraba si era Tzu que había soñado que era una mariposa o si era una mariposa y estaba soñando que era Tzu.


Pandora
Hesíodo
Zeus no quería que los hombres usaran el fuego, pero Prometeo se lo robó y así los hombres aprendieron a encenderlo. Irritado, Zeus increpó a Prometeo:
-Te alegras de haber robado el fuego, pero grandes dolores habrán de sobrevenirte, a ti y a los hombres venideros. En lugar de fuego, les daré dolor.
Porque al principio, durante el reinado de Cronos, el género humano había vivido sobre la tierra sin conocer el trabajo, el sufrimiento, la enfermedad, la muerte. En vista de la traición de Prometeo, decidió Zeus enviarles a Pandora. Bajo las órdenes de Zeus, Efesto modeló con barro un cuerpo semejante al de las diosas, con deliciosa figura de virgen, y en ella puso voz y fuerza humanas; Atenea le dio vida y le enseñó a vestirse con adornos; las Gracias y la augusta Persuasión le ciñeron el cuerpo con doradas guirnaldas; Afrodita derramó encantos sobre su cabeza; y Hermes le infundió en el pecho cinismo y maldad. Nació Pandora, la mujer que seduce y engaña, y bajó a vivir con los hombres, llevando como regalo una caja llena de males. Cuando abrieron la caja, la edad paradisíaca terminó. Desde entonces los hombres padecen el dolor, la vejez, la enfermedad y la decrepitud. Pandora tapò la caja; quedó adentro la esperanza.


La casa encantada
Anónimo
Una joven soñó una noche que caminaba por un extraño sendero campesino, que ascendía por una colina boscosa cuya cima estaba coronada por una hermosa casita blanca, rodeada de un jardín.
Incapaz de ocultar su placer, llamó a la puerta de la casa, que finalmente fue abierta por un hombre muy, muy anciano, con una larga barba blanca. En el momento en que ella empezaba a hablarle, despertó. Todos los detalles de este sueño permanecieron tan grabados en su memoria, que por espacio de varios días no pudo pensar en otra cosa. Después volvió a tener el mismo sueño en tres noches sucesivas. Y siempre despertaba en el instante en que iba a comenzar su conversación con el anciano.
Pocas semanas más tarde, la joven se dirigía a otra ciudad en automóvil, a una fiesta de fin de semana. De pronto, tironeó de la manga del conductor y le pidió que detuviera el automóvil. Allí, a la derecha del camino pavimentado, estaba el sendero campesino de su sueño.
-Espéreme un momento- suplicó, y echó a andar por el sendero, con el corazòn latiéndole alocadamente. Ya no se sintió sorprendida cuando el caminito subió enroscándose hasta la cima de la boscosa colina y la dejó ante la casa cuyos menores detalles recordaba ahora con tanta precisión. El mismo anciano del sueño respondió a su impaciente llamado.
-Dígame- dijo ella-, ¿se vende esta casa?
-Sí, respondió el hombre-, pero no le aconsejo que la compre. ¡Esta casa, hija mía, está frecuentada por un fantasma!
-Un fantasma- repitió la muchacha-. Santo Dios, ¿y quién es?
-Usted- dijo el anciano, y cerró suavemente la puerta.


El león y el pastor
Esopo
Un león que se había extraviado en un bosque se clavó una espina en la pata. Tan dolorido estaba que apenas podía caminar. Casualmente pasaba por ahí un pastor. El animal se le acercó y comenzó a mover la cola y a mostrarle la pata herida.
Atemorizado, el hombre le ofreció comida; pero la fiera la rechazó. Se acercó más y por fin logró que el pastor comprendiera  sus gestos y lo curara. El león, al sentirse aliviado, le lamió las manos en señal de agradecimiento y se marchó sin hacerle daño.
Años después, el león fue cazado y llevado para devorar a los malhechores. El pastor había cometido un delito por el que estaba condenado a muerte, y fue arrojado a las fieras. Entre estas estaba el viejo león que, reconociéndolo, se le acercó mansamente y lo defendió de las demás bestias. Los espectadores se asombraron; el pastor les contó el episodio de la espina, y por esta razón dejaron en libertad al hombre y al león.


No seamos ingratos con los que nos ayudan. La gratitud es propia de las almas nobles.


El león y la espina
Ambrose Bierce
Un león que rondaba por el bosque se clavó una espina en la pata y, al encontrarse con un Pastor, le pidió que se la quitara. El pastor así lo hizo, y el León, satisfecho porque ya se había comido a otro pastor, se alejó sin hacerle daño. Un tiempo despues condenaron al Pastor, por una falsa acusación, a ser arrojado a los leones en el anfiteatro. Cuando estaban a punto de devorarlo, uno de ellos dijo:
-Este es el hombre que me quitó la espina de la pata.
Al escuchar esto, los otros leones se abstuvieron honorablemente, y el solicitante se comió al Pastor él solo.


Héroes
Enrique Anderson Imbert
Teseo, que acababa de matar al Minotauro, se disponía a salir del laberinto siguiendo el hilo que había desovillado cuando oyó pasos y se volvió. Era Ariadna, que venía por el corredor reovillando su hilo.
-Querido- le dijo Ariadna, simulando que no estaba enterada del amorío con la otra, simulando que no advertía el desesperado gesto de “¿y ahora qué?” de Teseo-, aquí tienes el hilo todo ovilladito otra vez.


El soldado
Gabriel García Márquez
Un soldado argentino que regresaba de las isla s Malvinas al término de la guerra llamó a su madre por teléfono desde el regimiento de Palermo, en Buenos Aires, y le pidió autorización para llevar a un compañero mutilado cuya familia vivía en otro lugar. Se trataba -según dijo- de un recluta de diecinueve años que había perdido una pierna y un brazo en la guerra y que además estaba ciego. La madre, feliz del retorno de su hijo con vida, contestó horrorizada que no sería capaz de soportar la visión del mutilado y se negó a aceptarlo en su casa. Entonces el hijo cortó la comunicación y se pegó un tiro: el supuesto compañero era él mismo que se había valido de aquella patraña para averiguar cuál sería el estado de ánimo de su madre al verlo llegar despedazado.


Botella al mar
Rodrigo Sosa
Hacía meses que estaban a la deriva. Tantos que incluso habían perdido la cuenta. El bote salvavidas no aguantaría mucho más. El sol pegaba fuerte todo el día, hasta que llegaba la noche y la temperatura bajaba a lo más profundo de las entrañas de los dos náufragos. Ni siquiera les quedaba comida, Willy y el Colo ya no soportaban la garganta -seca de tanta agua de lluvia-, el dolor de las quemaduras, ni las llagas: estaban exhaustos.
Hacía una semana que el cielo se había nublado, una semana que todo se había oscurecido. Y nada parecía cambiar la situación.
Una tarde, oyeron ruidos en el casco. Leves golpes contra el bote. El Colo se asomó, temeroso.
-¡Una botella, viejo! ¡Parece una botella!
-¡Agarrala, hermano! -se desesperó Willy-. ¿Qué esperás?
El Colo se estiró el brazo aguantando el dolor y, con un increíble esfuerzo, agarró la botella. Después necesitó de un esfuerzo extra para sacar el corcho, que parecía colocado hacía muchos años. Al fin abrió la botella y agarró el papel. A pesar de su ansiedad, consiguiño desdoblarlo sin romperlo. Enseguida, y con el último brillo que tenían sus ojos, leyó entre susurros:
-Por favor… Necesitamos ayuda… Si alguien encuentra este mensaje, venga a rescatarnos… Somos náufragos en algún punto del Atlántico.
En ese instante salió el sol. El Colo se frotó los ojos y volvió a leer la fecha.
Era de un año atrás. Ahí fue cuando, bajo los esplendores de aquel sol fulgurante, el Colo reconoció su propia letra.


Medio día de suerte
Santiago Álvarez
Luis no era nada, no valía nada. Y para colmo era el hombre con más mala suerte del mundo. Subió un escalón para ver cómo se veía la gente veinte pisos abajo: se mareó. Pero suicidarse era de cobardes y él no se consideraba ningún cobarde: bajó la cornisa. Por otro lado, para suicidarse había que tener huevos, y Luis sí que tenía huevos: subió a la cornisa. Y después bajó. Y luego subió otra vez. Porque, además de todo, Luis también era inseguro. Subió y bajó durante todo el día.
Al anochecer se sintió exhausto pero feliz, vivo. Por primera vez experimentaba la gratificante sensación de haber hecho algo útil con su cuerpo. Corriendo y silbando bajó quince pisos por escalera. Un vecino casi no lo reconoció. Eufórico, entró en su casa, se quitó la ropa transpirada y, deseoso de brindar consigo mismo, con el nuevo Luis, fue a la heladera en busca de algo fresco.
La abrió descalzo.


Cinco minutos
Soledad Castro
Lía tiene amores de cinco minutos que comienzan con descubrir ese rostro en la masa anónima de algún suterráneo o en un café. Le lleva dos minutos enteros enamorarse perdidamente de esa mirada que no la ve. Durante el minuto de la locura se corporizan en su cabeza mil formas de irrumpir en esa vida sin destrozarle la magia. La siguiente fracción de sefundo pasa ignota, mientras las ideas de conquista se van desvaneciendo.
A Lía le rompen el corazón en el último minuto, abandonando un café, bajándose del subterráneo, renunciando a la cola del banco, o simplemente con doblar la esquina.


Un creyente
George Loring Frost
Al caer la tarde, dos desconocidos se encuentran en los oscuros corredores de una galería de cuadros. Con un ligero escalofrío, uno de ellos dijo:
-Este lugar es siniestro. ¿Usted cree en fantasmas?
-Yo no- respondió el otro-, ¿Y usted?
-Yo sí, dijo el primero, y desapareció.


Feedback
Ángela Predelli
“Desconcertante”, pensé cuando, mirándome al espejo para peinarme, mi mano empezó a maquillar mis labios. Apreté mis párpados furiosamente y los abrí tratando de olvidar en ese gesto lo que seguramente no había pasado. Vi que mi mano en el espejo se arreglaba las peinetas de carey cuando yo estaba poniéndome los aros. Quise terminar con el truco: me fui a la cocina y volví con un cuchillo, lo clavé decidida en la imagen del espejo que rápidamente estiró sus manos para limpiar esa sangre que empezaba a correrme por el pecho.


El dinosaurio
Augusto Monterroso
Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.


Sola y su alma
Thomas Bayley Aldrich
Una mujer está sentada sola en una casa. Sabe que no hay nadie más en el mundo: todos los otros seres han muerto. Golpean a la puerta.


Felinos
Raúl Brasca
Algo sucede entre el gato y yo. Estaba mirándolo desde mi sillón cuando se puso tenso, irguió las orejas y clavó la vista en un punto muy preciso del ligustro. Yo me concentré en él, tanto como él en lo que miraba. De pronto sentí su instinto, un torbellino que me arrasó. Saltamos los dos a la vez. Ahora ha vuelto al mismo lugar de antes, se ha relajado y me echa una mirada lenta como para controlar que todo está bien. Ovillado en mi sillón, aguardo expectante su veredicto. Tengo la boca llena de plumas.